domingo, 8 de abril de 2012

1/2 Maraton de Madrid 2012


6 años después de mí primera intentona, por fin me ponía en la línea de salida de la media maratón de Madrid. El sábado por la tarde me ponía en camino a la capital, esta vez iba solo. El plan original de hacer la carrera en familia, se vino abajo por las dificultades logísticas y de espacio que aun impone Diego. Qué raro me sentía viajando solo en el coche y lo que es peor que raro me sentí por la noche, cuando deje de arrullar al pequeño cantándole algunas de las canciones que le gustan para que concilie el sueño. Tiene razón todo el mundo cuando dicen que luego no sabes estar sin ellos.

Tras hablar con mi hermano, compruebo que al día siguiente no me libra nadie de madrugar, ya que entre desayuno, cambio de ropa y viaje hasta el centro de Madrid, necesito más tiempo del que pensaba, así que decido irme pronto a dormir, bueno todo lo pronto que pude eso si .

Con las primeras luces ya estoy en pie, no es la primera media que corro, espero que tampoco sea la última, por lo que no entiendo bien los nervios que sentía en el estomago. Creo que podría ser el carácter multitudinario de la prueba, el lugar o vete tú a saber. Lo que si se, es que estaba nervioso. Menos mal que el viaje en metro me consiguió calmar un poco. Curioso lo del metro, mientras iba pasando estaciones, pensaba en los 3 años que pase en esta ciudad trabajando. En las horas que invertí en desplazamientos en este medio de transporte, los libros que leí (será de las pocas cosas que echo de menos), algunos más que estudie y como llene esos viajes con sueños y pensamientos. Lo que ha cambiado mi vida de entonces hasta ahora. ¿Cómo será en otros 10 años?

Llego al Retiro antes de tiempo, como no me apetece esperar al raso, ya que hace algo de viento, me busco un café donde meter algo de cafeína en el cuerpo. No veo ninguno cercano, así que bajo la cuesta de Alfonso XII, en dirección a Atocha. Al llegar a la glorieta me quedo mirando a la estación y me hace recordar los atentando del 11-M. ¡Cuanta sin razón!

Tras mi café, subo de nuevo la cuesta, andando no parece tan dura. Iluso, no sé bien lo que me espera por ahí dentro de un par de horas. No tengo que esperar mucho para encontrarme con Pablo. Viene acompañado de Fernando, su compañero de entrenos y fatigas maratonianas. Buena gente, me recuerda en la distancia a Román, parco en palabras, pero todas llenas de contenido. Escuchas hablar a alguien que ya ha corrido 18 maratones, me da que pensar en que rara fuerza impulsa a una persona a ponerse una y otra vez ante esa prueba de sufrimiento, porque no nos engañemos, un maratón básicamente es eso, poner una a prueba su capacidad de sufrimiento.

Me intereso por el estado de salud de Pablo, me alegra saber que la tibia le está dando un pequeño respiro, hoy quiere probar su estado y decidir cara al día 22. Me pregunta que voy a hacer. ¿Qué voy a hacer? Acabar. Básicamente eso, e intentar pegarme todo lo que pueda al globo del 1:50.

Rodeados de una marea de gente nos acercamos a los arcos de salida. Sin darnos de cuenta comenzamos a andar, no sabemos que la carrera ya ha salido, no es hasta que no estamos casi en la alfombra de salida, cuando la gente se abre un poco y tímidamente comenzamos a dar los primeros pasos que no zancadas aun. Poco a poco comenzamos a correr. A pesar de la última carrera que hice, en la que corrí sin referencias, hoy vuelvo a llevar el Garmin, aunque sin la cinta del pulsometro, quiero controlar un poco el paso. En carreras con tanta gente, uno tiende a dejarse llevar por la masa, y al final lo paga. Pronto mis acompañantes empiezan a estirar el paso, mi desconocimiento del recorrido y las últimas semanas un poco vacías de continuidad, me hacen ser conservador y no intento seguirles. Me marco un ritmo cómodo, aunque exigente, no dejándome llevar. Los primeros kilómetros son duros, continuos toboganes y subida continua hasta Plaza Castilla. A la altura de Cuatro Caminos, el globo de 1h 50’, me pasa, y veo que no me resulta cómodo seguirlo. Esto me deja un poco tocado, ya que con las series que había hecho esta semana pensaba que estaba algo mejor. Pasada Plaza Castilla, comienza un terreno más favorable, y es aquí donde me empiezo a encontrar mejor, las piernas no me duelen tanto (tardo mucho en entrar en calor) y el no encontrarme demasiado mal, me anima a tirar un poco más. Al poco veo de nuevo el globo de 1h50’, me termina de animar del todo y decido lanzarme a tope, favorecido por el perfil descendente de los últimos kilómetros, que poco imaginaba lo que se me venía encima. Al llegar a Atocha de nuevo, me encuentro con el giro hacia el Retiro, y la temida cuesta de Alfonso XII. Es aquí donde me desfondo del todo, y a duras penas consigo seguir corriendo sin ceder a la tentación de andar un poco. Al terminarla, no consigo recuperar el aliento y ya solo me quedo aguantar hasta la meta. La cantidad de arcos que se pasan antes de llegar, hace que se haga muy largo el final, ya que en cada arco piensas que es el último, y aun queda uno más.

La carrera ha salido mejor de lo que esperaba, dado el perfil de la misma y los entrenos previos, el tiempo no ha sido malo: 1:48:23. La verdad es que estoy bastante contento, espero haber cogido ánimo para la media de Albacete e intentar bajar de 1h45’ de manera cómoda.

Unas cervecitas en un 100 montaditos, despedidas y a casa a recoger el coche y camino al pueblo, que hoy ha sido Domingo de Ramos.